Mi corazón es capaz de sonar mas fuerte que tus cuerdas vocales, de llenar un río con sus llantos. Mi cuerpo es capaz de sonreír cuando me esté muriendo. Pero mi alma no es capaz de ser feliz, de encontrarle un sentido a mi camino, un rumbo recto y fronterizo. La vida no me bajó el ángel que me acompañase en los malos tragos, el mundo no me sirvió siquiera hasta la mitad este vaso para verlo medio lleno. La sociedad me hizo entender que no hay Dios todopoderoso, que no existe lo perfecto sin defecto, que mi vida es una pesada marioneta forzando hilos.
La balanza que sostiene nuestros ejes se desequilibro y me catapulto hacia un karma hecho paisaje, incurable e imborrable.
Aprendí por motus propio a no confiar en nadie, y a pesar de eso el aprecio es inevitable pero el mundo anda armado, disparando sin presión ni compasión a las almas sin consuelo.
Descubrí que la felicidad es un antifaz oscuro que nadie se quiere sacar, que es mas fácil hacer oídos sordos y ojos ciegos a lo que nos hace mal para no tropezar con esta piedra, para no subir ese escalón prendido fuego.
Me dejé caer en un tobogán que se hizo cascada, creyendo disfrutar me fui disolviendo de a poco por no saber ver que nada era lo que parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario